De acuerdo con el feng shui (el arte y la ciencia de la organización y diseño de entornos, para mejorar el flujo de la energía y generar un ambiente armónico), el desorden puede afectar la armonía de tu hogar.

El desorden es un indicio de que algo no anda bien con tus emociones; refleja desorden en tu mundo interior, confusión, falta de estructuración y de definiciones. Y tiene diferentes significados, según el lugar de la casa donde se presente.

Cocina: Hace referencia a una persona algo frágil o inconforme con su situación general actual.

Debajo de los muebles: Este tipo de desorden indica que le das mucha importancia a la opinión de los demás sobre ti, tu vida y tus acciones.

Detrás de las puertas: Es una expresión del miedo a ser rechazado por los demás y, también, de la sensación de ser vigilado.

Entrada de la casa: Indica un profundo temor a relacionarte con otras personas, debido a la inseguridad.

Escritorio o lugar de trabajo: Es un indicio de miedos y frustraciones, falta de seguridad propia y falta de control sobre decisiones futuras importantes.

Pasillos: Significa miedo a expresarte claramente para decir lo que piensas y deseas.

Patio: Implica temor a lo nuevo y falta de habilidad para actualizarte.

Roperos y cajones: Refleja dificultad para manejar tus sentimientos y emociones más profundos.

Sala: Es el lugar donde se recibe a los invitados, así que refleja inseguridad en tus relaciones y miedo al rechazo.

Sobre la mesa: Los objetos amontonados encima de ella suelen mostrar sofocación por las exigencias del hogar y la familia.

En todos lados: Cuando tu casa en general luce desordenada, indica ira retenida y apatía por la vida en general.


Por otro lado, el tipo de cosas que acumulas en tu desorden también tienen un significado.

Acumular cosas nuevas o que has usado muy poco indica que sueles hacer demasiadas cosas a la vez, no te enfocas por completo en ninguna y las dejas inconclusas. Organizar este tipo de desorden te ayuda a ser una persona más centrada y efectiva en tu vida diaria.

Acumular cosas viejas, como objetos de tu infancia, objetos que pertenecían a generaciones previas de tu familia o que no has usado en mucho tiempo, es reflejo de que vives en una añoranza del pasado y que éste domina tu presente. Esto te impide avanzar y evita que nuevas oportunidades y personas entren en tu vida.


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